Mercado inmobiliario: cada día más incertidumbre
El mercado inmobiliario no tiene alivio ni respiro, en los últimos años fue siendo blancos de diferentes golpes y hoy no logra repuntar y detener su caída.
El mercado inmobiliario en la Argentina, se erige como una de las inversiones predilectas de las clases medias altas, su practicidad, y el hecho de no necesitar conocimientos específicos en la materia para colocar capital, sumado a su distintiva raigambre histórica de actuar como una reserva de valor, han convertido este mercado en una de las plazas más atractivas para los inversores conservadores. Así, y por el contrario del pensamiento que estima que sólo grandes firmas mueven el negocio de bienes raíces, a lo largo de las últimas décadas una gran cantidad de profesionales, comerciante, incluso trabajadores, han canalizado el excedente de sus economías privadas en la adquisición de propiedades, a los fines que sus cotizaciones crezcan con el correr del tiempo y, cómo mínimo, mantengan el valor.
Sin embargo, los últimos cinco años han sido catastróficos para el rubro, desde el año 2018 hasta la actualidad el valor de las propiedades ha ido decreciendo considerablemente, sin encontrar aún un piso o soporte que detenga su caída. En efecto, y a pesar de contar en nuestra historia con grandes golpes al mercado inmobiliario (congelamiento de alquileres, etc.) los argentinos nunca hemos presenciado una situación tan crítica. Quien cuenta con una propiedad actualmente y desea venderla porque necesita el dinero se encuentra frente a una carencia de liquidez enorme, la cuál muy probablemente solo pueda sortear bajando de manera significativa el precio, es decir, malvendiendo.
Las causas de este fenómeno son diversas, pero todas confluyen en un núcleo básico y común a todas: la inestabilidad económica más la falta de seguridad jurídica. Es muy fácil atribuir el deterioro actual a la sobre oferta y la falta de demanda, pero la gran incógnita es: ¿Cómo se llegó a eso? En ese sentido resulta imperativo realizar ejercicios de memoria y pensar cuales han sido las políticas de Estado aplicadas al sector en la última década, y así podremos vislumbrar que casi ninguna de ellas ha sido beneficiosa.
Descartando la vorágine propia del período electoral y las crisis de economía cíclicas que vive el país, las diferentes facciones políticas deberían articular verdaderos acuerdos superadores de diferencias, que versen sobre criterios lógicos y dejen de lado la rigidez conceptual que ciertos preceptos. Quizás a través del fomento de la iniciativa privada, no sólo el mercado se corrija y crezca, sino también lo hagan las posibilidades de crecimiento de los inquilinos.