Así es la regla del 120 para invertir adecuadamente según tu edad
Normalmente, es muy difícil establecer con exactitud qué porcentaje del capital destinar a acciones y bonos, salvo que se siga una técnica fácil de comprender.
Por Gonzalo Andrés Castillo
Uno de los principios básicos de la buena inversión es la diversificación, que se traduce en "no poner todos los huevos en la misma canasta". En este punto, si bien hay numerosos tipos de activos financieros, la distribución se suele hacer entre acciones (renta variable) y bonos (renta fija).
El problema radica en que es muy difícil establecer con exactitud qué porcentaje del capital destinar a cada clase de activo. Salvo que se siga una técnica fácil de comprender, como la regla del 120.
Así es la regla del 120
Puntualmente, la regla del 120 consiste en restarle a este número nuestra edad, obteniendo como resultado el porcentaje de dinero que tendremos que tener colocado en acciones, mientras que el resto será invertido en bonos.
De esta forma, por ejemplo, si nos encontramos en una etapa temprana de la vida y tenemos 25 años, habrá que armar un portafolio de inversión compuesto en un 95% por acciones y un 5% por bonos (120 - 25 = 95). Por el contrario, si ya estamos jubilados y superamos los 80 años, la cartera deberá tener un 60% de renta fija y un 40% de renta variable (120 - 80 = 40).
Este método contempla el hecho de que las acciones son ineficientes en el corto plazo pero muy eficientes en el largo, por lo que se recomiendan para perfiles jóvenes que tengan mucho futuro por delante. En cambio, si ya tenemos una edad avanzada, deberemos tener bonos que brinden una renta periódica y baja volatilidad, ya que habrá menos tiempo para recuperarnos de una potencial fuerte caída bursátil.
A medida que vayan pasando los años, los inversores tendrán que reajustar su portafolio cambiando las cantidades de acciones y bonos para mantener la diversificación planeada.
Una vez que se entiende qué es la regla del 120, lo próximo es asimilar que se trata simplemente de una guía: no todas las personas tienen que sentirse cómodas con los porcentajes establecidos. Si un adulto de 50 años puede dormir plácidamente invirtiendo en un 90% en acciones, también está bien, aunque no sea lo más conveniente.